Cada vez estoy más convencido de que cada vez que abro la boca,
es para decir estupideces.
Alardes de oquedad.
Portentos de vacío.
Y, lo que quiero decir,
no sirve para nada,
más que, para
consolar mi incurable soledad
y explicarme
mi absoluto fracaso.
A partir de aquí,
deseo decir que…
miércoles, 2 de julio de 2008
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