sábado, 21 de junio de 2008

BREVE ANÁLISIS SOBRE FELIPE CALDERÓN HINOJOSA

Independientemete de tendencias políticas, afectos u odios viscerales, el Señor Calderón merece un análisis sicológico.
Yo, como ciudadano común, en pleno uso de mis facultades mentales y en ejercicio de mis derechos constitucionales, haciendo uso de la libertad de expresión que consagra --lo que queda de-- La Carta Magna, voy a estudiar una imagen pública y, de acuerdo a lo anterior, creo que:
Don Felipe era un niño chaparro, gordito, miope y acomplejado.
Nada más hay que mirarlo.
Infancia es destino.
Seguramente fue monaguillo de alguna iglesia y seguramente también fue abusado sexualmente --de manera directa, física, o bien, sicológica-- por algún curita de mierda de los que abundan, sobre todo en provincia.
Nunca fue ligador, líder, carismático, chistoso, el que acaparaba la atención, ni nada de eso.
Era el culerito de la clase, el que acusaba a los compañeros con el maestro, sobre todo a aquellos colegas que le causaban envidia porque eran más chingones, guapos y altos que él --lo cual, dicho sea de paso, no era nada difícil--.
Creció --es un decir-- dentro de una familia mocha, apagando los deseos, extinguiendo el ansia de vida con cada oración, encomendándose al Señor para que lo liberara de las tentaciones terrenales --faltaba más. Con ese físico miserable que Dios le dio, la tentación huía por iniciativa propia--.
Llega así, por inercia, a dizque candidato del PAN.
Después de un fraude imbécilmente maquilado, arriba a Los Pinos y empieza a sacar toda la mierda que tiene atorada en el psique.
Ese es el presidente oficial de esta pobre república --con minúsculas-- donde la suprema corte se pasa por los güevos los derechos de todos: los trabajadores, los ciudadanos que quieren elegir a sus representantes. Esta pobrecita república bananera de plátanos dominicos --de cabales peniche, de salinas, de divinos--; la república chiquita, miserable, donde una pobre mierda como felipe calderón --con minúsculas-- puede ser el jefe del ejecutivo.
Así andan las cosas.
¡Dios nos coja confesados!

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